44444444444444444444
Para bien o para mal, nunca se está preparado para ver una película como “4”, de hecho sería interesante tomar una fotografía de los espectadores tres segundos antes de los créditos, sólo para ver el gran signo de interrogación en sus rostros.
Y es que “4” es una película que pierde el control, que juega con el espectador, introduciéndolo en una historia que no es tal, para dar un giro de 180 grados, que a su vez da otro giro, deformándola hasta terminar en una desquiciada muestra de la asquerosidad y la bajeza humana, sobrepasando cualquier límite esperado.
Desde ese punto de vista, el director Ilya Khrzhanovsky, cumplió a cabalidad con su objetivo de impactar, a través de un relato descarnado y repulsivo de la vida de tres personajes que se conocen en un bar, quienes no tienen problema en mentirse, reinventando sus patéticas vidas, que durante el transcurso del filme conocemos realmente.
Pero el problema de la cinta radica en exactamente lo mismo, que esta metamorfosis llena de excesos pierde el rumbo y satura, convirtiéndose en una interminable seguidilla de situaciones bizarras que bordean lo absurdo, haciendo perder la concentración y el hilo de la trama.
El valor de la película está en una dirección y edición impecable, que logra introducirnos en ese mundo extraño que no entendemos, con sonidos estruendosos y una intrusa cámara en mano que a ratos cansa y aburre. Las actuaciones están a la altura de lo que se muestra, alcanzando un realismo que en algunos momentos pareciera el testimonio verídico de un documental.
Al presentar su película, Khrzhanovsky habló de un vistazo a la sociedad rusa actual, en sus diferentes facetas, que de paso consideró muy parecida a la chilena. Es de esperar que el director se haya referido al doble estándar presente en los personajes de “4”, y no en esas extrañas costumbres mostradas sin filtro; de ancianas lascivas masticando pan para rellenar muñecos o aquellos delirios y estados de locura que al final terminan provocando más que un shock, una especie de risa culposa.
“4” no es una película que el espectador disfrute, pero sí se valora como documento fílmico de una cultura desconocida, que funciona para un público más especializado y que busca en una cinta mucho más que simplemente dos horas y media de distracción.